OBERÁ EN CORTOS: "EN EL REDONDITO QUE ESTOY", LA LUCHA POR CONSERVAR UN LUGAR EN EL MUNDO Entrevista
Dentro de la programación de Oberá en cortos se ha dispuesto una sección específica destinada a pueblos originarios. Un espacio que es utilizado para descubrir la cotidianeidad y lucha de pueblos que se niegan a perder sus raíces, buscando conservar sus costumbres, lengua y forma de vida pese a que el avance del "hombre blanco" amenaza su existencia.
Con la misma intención de reflejar cinematográficamente la supervivencia de un pueblo originario dentro del mundo de hoy, los realizadores cordobeses Ramiro Carrera y Lucrecia Rasetto viajaron al Paraje San José en la provincia de Santiago del Estero para hablar con sus pobladores de su problemática. Pero lo que encontraron no fueron integrantes de un pueblo originario luchando por la preservación de su etnia, sino a un grupo de personas que pelean por seguir con su vida en una geografía árida víctima de la sequía.
- "En el redondito que estoy" es un corto documental centrado en personas que -pese a la adversidad- se niegan a abandonar su tierra y la forma de vida que conocen. ¿A qué etnia pertenecen los personajes que se retratan en la película?

Lucrecia Rasetto: Son descendientes de lo que sería el Aymara. También hay una mistura muy grande en Santiago del Estero, donde ya se rompen un poco los límites. Por eso nosotros decimos que es un pueblo originario amplio porque abarca una diversidad cultural muy grande. Son una mezcla de pueblos originarios argentinos con árabes y los inmigrantes que han venido. Es una mistura muy rara en esta región de Santiago del Estero.

- Precisamente la particularidad de la película es mostrar a un pueblo originario que en ningún momento hace referencia a conservar su lengua y sus costumbres como etnia, ¿esa era la búsqueda?
L.R: Básicamente nosotros nos encontramos con eso, con que ellos son esta mistura. Nosotros por ejemplo queríamos hacer un rescate del quichua y solo una mujer hablaba quichua, simplemente porque su madre se lo ha enseñado. En el resto de la comunidad se perdió.

- ¿Ellos le marcaron el camino de la película?

Ramiro Carrera: Lo que me parece interesante del género documental es que muchas veces no se registra lo que se va a buscar, sino lo que se encuentra. Nosotros íbamos con unos preconceptos o pre-ideas nuestras en la cabeza, que cuando llegamos al lugar no eran así. Entonces tampoco queríamos forzar algo que en realidad no eran ellos.
Ellos sí eran un pueblo originario, hablan quichua, pero no viven la lengua, no saben de dónde proviene. Ailipa, por ejemplo, que es una mujer de 58 años, sería la última generación que va a hablar quichua porque ya sus hijos no hablan quichua. Nos parecía interesante ir a buscar ese resguardo del quichua pero la verdad que no nos encontramos con eso.

- Ellos no viven la pérdida del quichua como un problema…
R.C: No porque no son conscientes de que realmente ellos son la última generación que va a hablar el idioma.
L.R: Y eso es también lo que quisimos reflejar porque para nosotros sí era muy importante el quichua, pero para ellos no. Queríamos reflejar lo que nos encontramos. Estuvimos más de diez días conviviendo con ellos en chocitas y demás, y los primeros días empezamos a hablar con ellos y a tratar de anotar los temas sobre los que ellos nos hablaban constantemente. Y las preguntas fueron en base a esos temas de los que ellos nos hablaban. Intentamos preguntarles sobre algún tema que a nosotros nos podía llegar a interesar, y no nos dieron demasiada cabida. Y eso nos gustó mucho. Dejamos que ellos sigan su libre camino.




- Sí se hace referencia específica a la lucha por permanecer en su tierra, pese a la adversidad, de conservar la vida que conocen…
R.C: Y también un poco la idea del corto era mostrar que los pueblos originarios o corridos dentro del sistema eligen su lugar. Ellos quieren vivir ahí. Siempre se quiere mostrar al pueblo sufrido, golpeado, y son sufridos y golpeados, pero ellos eligen hoy estar ahí. Quieren estar ahí porque es su tierra y no conocen otra cosa. Y la vida fuera de ahí no creo que les sea muy fácil a ellos.

L.R: Ellos también nos preguntaban cómo hacíamos nosotros para vivir con tantos robos, tanta violencia. Y es como cuando nosotros nos preguntamos cómo hacen ellos para vivir sin agua, sin luz y demás, para ellos también era muy extraño que nosotros le pudiéramos contar cómo hacíamos para vivir con lo que se vive en una ciudad. Son dos cosas con las que se puede convivir tranquilamente. Y está bueno rescatarlo y mostrarlo.

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